EL ASEDIO
Como que nunca paran
de resonar, a veces
menos, a veces más:
motores y neumáticos
circulando, venciendo
la calle, como un hilo
de acero indestructible
que se diera a una turbia
actividad. Se filtra
ese sonido a veces
y otras estás alerta
a ese continuo sin
paz posible. La noche
--vos sabés-- estrangula
su fiebre de roer
sin piedad este mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario