EL PODER DE LA PALABRA
Algunos que poetas
gustan de ser llamados
nos presentan paisajes
dignos de la empatía
de los ingenuos. Otros
luchan contra el enorme
dragón que rige el mundo,
pero siempre in effigie,
engolados. Hay quienes,
como yo, que, remisos
a las bellas palabras,
si buscan que se dé
un cambio, le susurran
algo a uno solo y no
a todos. Además,
ese para el que arguyen
suele ser ellos mismos.
No juegues a mentir.
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