LA ROSA DEL POEMA
Con la enumeración
de las cosas que yacen
sobre la mesa, frías
como el foquito insano
que las sostiene, poco
daría en el poema
al lector. Mucho menos
con decir que mis pobres
ojos están tundidos
por el cansancio, ajenos
a toda dulcedumbre.
Porque quizás el tema
que tengan que captar
sea el de la distancia
que separa a la aguja
del reloj, de mi muerte.
Distancia que la rosa
del poema conoce.
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