para mis sobrinas Carla y Emilce y sus amigos invisiblesHemos sacado al patio
el viejo telescopio
y dos niñas se miran
--cada una en un extremo--
sin ver nada, y se ríen.
Algo después apuntan
hacia el cielo. No saben
que juegan con el tótem
de mi padre, que siente
desde la misma nada
sus risas. Los adultos,
en tanto, nos asimos
a un silencio que se hunde
en lejanas esferas
que bailan porque sí.
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