UN SOLO SIGNO ME DARÁ DE COMER
En la historia del alma
suceden pocas cosas:
la muerte del amor
y una suerte indistinta.
¡Qué jóvenes parecen
los que se aman! Después
las piezas no coinciden,
espejo exasperado.
Yo miro los disturbios
del alma como a un nido
volteado por las piedras
de una gomera vil.
Yo sé que nada más
que entre opuestos me mezo:
odio y amor, meollos
de una pronunciación.
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